Tener esas ganas, que todos hemos tenido alguna vez, esas horribles ganas de parar el tiempo, y quedarse una eternidad así. Nunca había deseado tanto este deseo, era algo que me indignaba a no seguir adelante, algo me detenía. No sabía lo que era.
Pasado un tiempo, lo descubrí, y es que era tan grande la felicidad que pasaba en ese momento, que no quería que pasara, era tan, pero tan grande, que nunca iba a conseguir una mayor ni igual. Y en ese mismo momento, antes de dar el próximo segundo, antes de respirar, o que el mundo se moviera, quería pararme y pensar que era verdad.
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